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lunes, febrero 17, 2014

Así opera el Terrorismo de Estado

Oscuro pasado de un batallón del Ejército

Foto: SEMANA

Por Juan Diego Restrepo E.Revista SEMANA. 

OPINIÓN. Lo ocurrido a finales de la década del ochenta en el Batallón Charry Solano revela los excesos a los que puede llegar la inteligencia militar cuando opera como una rueda suelta.

El 22 de enero de 1991 no debió ser fácil para el exsargento del Ejército Bernardo Alfonso Garzón Garzón. Ese día se acercó a la Oficina de Investigaciones Especiales de la Procuraduría General de la Nación en Bogotá con el fin de pedir protección para él y su familia, pues sentía que estaba si
endo vigilado no sólo debido a su retiro del Ejército sino a todos los detalles que conocía sobre operaciones especiales de inteligencia adelantadas desde el Batallón Charry Solano, con sede en la capital de la República.

“He tomado la determinación de presentarme ante este Despacho con el fin de solicitar protección para mí y para mi familia y de otra parte para solicitar su intervención ante el Ejército ya que me ha tocado que abandonar el servicio por una serie de hechos que relataré a continuación”, dijo, a manera de introducción, el militar, que para esa época contaba con 39 años de edad.

Tras relatar cómo se había infiltrado por varios años en las filas subversivas del Movimiento M-19 y las FARC, explicar cuál había sido su labor como agente de inteligencia y contrainteligencia y precisar los problemas que tuvo en esa unidad militar que acabaron en su salida, comenzó a detallar hechos que revelan los excesos cometidos en el Batallón Charry Solano y que, según él, eran de conocimiento de sus comandantes.

“[…] esa Unidad con el solo hecho de ser de inteligencia y contrainteligencia, tiene personas activas, colaboradores civiles de tendencia de ultraderecha, de gente que ha sido integrante de esa misma Unidad y que están en capacidad de fabricar cualquier cosa con el fin de desaparecer a una persona o simplemente de que aparezca muerta”, indicó Garzón, quien declaró durante dos días ante la Procuraduría.

Para ejemplificar su afirmación, expuso la retención y posterior asesinato de Nidia Erika Bautista de Arellano. “Sé que en el año de 1987 en el mes de agosto ubicaron a la señora en el Carulla de la carrera 13 con calle como 43 o 42, no recuerdo exactamente, de allí la mantuvieron controlada hasta en las horas de la noche, cuando ella iba llegando a su residencia ubicada en el sector de Casablanca, en ese sector y ya entrada las horas de la noche la capturaron, habiéndola introducido en un jeep Suzuki SJ 410 de color gris, de allí se la llevaron a una finca y la mantuvieron por espacio de dos días, posteriormente la llevaron hacia el sector de Quebradablanca y allí le dieron muerte, en ese entonces se encontraba de comandante el coronel Álvaro Velandia Mercado, él tuvo conocimiento de eso y aprobó la determinación”. En los archivos de la Brigada, esta mujer figuraba como integrante del Movimiento M-19.

En su declaración, también hizo referencia a la captura, en abril de 1986, de un supuesto jefe del M-19 llamado Guillermo Marín sobre el cual dijo que podría ser “un nombre supuesto”.  Garzón relató que este hombre fue llevado al Batallón, donde lo tuvieron por lo menos dos días bajo interrogatorio. “Como en ningún momento aceptó los cargos, ordenaron que yo personalmente debía entrevistarlo frente a frente, sin ninguna medida de seguridad a fin de desbaratar lo que él decía y comprobarle que verdaderamente era lo que se le estaba sindicando en ese momento”. Al parecer no se le pudo comprobar nada y tuvo que ser dejado en libertad. Según la versión de este militar al día siguiente de su excarcelación fue encontrado muerto por agentes de la Policía en el parque La Florida, “maniatado y encostalado”.

El entonces exsargento del Ejército describió lo ocurrido con tres hombres a quienes sindicaron de pertenecer a las FARC y quienes fueron capturados por el DAS, en junio de 1987, en Bogotá. Se trata de Víctor Manuel Nieto Campos, Bertil Prieto Carvajal y Francisco Luis Tobón. “Ellos fueron enviados a la cárcel Modelo de Bogotá, pero allí permanecieron aproximadamente un mes, en la Unidad establecieron qué día iban a salir en libertad y los esperaron a la salida de la misma, los tres individuos abordaron un jeep Suzuki LJ-80 y fueron seguidos por personas del Batallón, quienes cuadras más adelante los bajaron de dicho vehículo, los introdujeron en vehículos del Batallón y en las horas de la noche se dirigieron por la vía que de Bogotá conduce a Villavicencio y los fueron matando dejándolos abandonados uno a uno sobre la vía”. Esa acción, según Garzón, fue realizada por miembros de la Compañía de Operaciones Especiales del Batallón Charry Solano.

Asimismo hizo alusión al asesinato de Oscar William Calvo, uno de los líderes de la guerrilla del EPL, perpetrado en Bogotá en noviembre de 1985. Tras los acuerdos de paz logrados por ese grupo insurgente con el gobierno nacional, sus dirigentes instalaron una oficina en el centro de la capital de la República. “En  en este lugar permanecía Oscar William Calvo y algunos escoltas y otros miembros del Comité Central de dicha organización. A este señor lo estaba controlando la Compañía de Operaciones Especiales y específicamente el grupo bajo el mando del teniente Armando Mejía Lobo […] Una noche lo siguieron desde la oficina antes mencionada hasta una droguería sobre la carrera 13, en sector de Chapinero, y allí fue ultimado desde una moto Yamaha 500 que la manejaba o era conducida por un civil, Carlos Rodríguez, alias ‘El Ciego’.

Según Garzón, la orden de mantener vigilado a Calvo fue emitida por el entonces comandante del Batallón Charry Solano, coronel Iván Ramírez Quintero y recibida por el capitán Camilo Pulecio, comandante de la Compañía de Operaciones Especiales. “Sé que como recompensa por este trabajo a estas personas las enviaron por tres meses a Estados Unidos a hacer un cursillo y otros al Sinaí”.

Bernardo Alfonso Garzón Garzón fue capturado el pasado 30 de enero en Cali. Se considera que es testigo clave en la desaparición de la guerrillera Irma Franco tras la toma del Palacio de Justicia en noviembre de 1985. Pero más allá de eso, lo narrado por este exsargento revela los excesos a los que puede llegar la inteligencia militar cuando opera como una rueda suelta.

En Twitter: @jdrestrepoe
*Periodista y docente universitario.

domingo, febrero 16, 2014

De la « legalidad » de las chuzadas a la inocultable corrupción militar. Terrorismo de Estado en aprietos

domingo, febrero 09, 2014

Militares sin control en Colombia

sábado, febrero 08, 2014

Las « chuzadas » siguen vivitas y campantes…

La imperiosa necesidad de construir una Nueva Colombia

​​Allende La Paz, Cambio Total.

Si algo ha puesto en evidencia el escándalo de las "chuzadas" es la imperiosa necesidad de construir un nuevo país. Las implicaciones son tan importantes que el presidente JMSantos entro a defender a los militares que horas antes había condenado. Y quien puede hacer que JMSantos reverse su primera y verdadera opinión de las chuzadas?

Naturalmente que el que lo manda. El imperio. Seguro lo mandaron a callar y el, todo modo sito, se calló. Trato de bajarle el tono a este nuevo escándalo de la "oficina" de Galerías y la lengua se la guardo ya sabemos en donde.

Más lo verdadero, lo fundamental, es que este episodio ha servido para mostrarle al mundo con quien están conversando las FARC-EP en la Mesa de La Habana. Con un gobierno sin seriedad y que es callado de manera vergonzosa por los gringos. Además, es claro que -como lo hemos planteado en Cambio Total y Anncol- es imprescindible discutir en la Mesa de La Habana además de los puntos acordados, puntos que desmonten el Terrorismo de Estado de la Doctrina de Seguridad Nacional (DSN) como la Doctrina militar rectora del accionar de las fuerzas militares-narcoparamilitares, y doten a las fuerzas militares de una Doctrina que tenga en su centro el respeto de los derechos humanos y la defensa de la soberanía nacional.

Porque es imposible, como lo señalan las guerrillas de las FARC-EP, firmar un Acuerdo si continúan amedrentando y judicializando los líderes populares y aplicándoles a los líderes populares la pena de muerte a través de las ejecuciones extrajudiciales. Es imposible firmar un Acuerdo con un gobierno que ni siquiera puede garantizar le la seguridad a los líderes populares y, mucho menos entonces, garantizársela a los comandantes de las FARC en caso de firmar ese acuerdo.


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Es el Terrorismo de Estado !

martes, febrero 04, 2014

Terrorismo de Estado al galope

lunes, febrero 03, 2014

La banalización del terrorismo de Estado

Santos en el diario global-imperial



En la medida en que la prensa de todo el mundo se pliega a los poderes dominantes del capitalismo y del imperialismo se convierte en una apologista incondicional del terrorismo de Estado, sobre todo cuando dicho terrorismo beneficia a los Estados Unidos y a la Unión Europea. Eso precisamente es lo que sucede con los diversos regímenes en Colombia, donde el terrorismo de Estado es la pauta dominante desde 1945. Adicionalmente, es un hecho indiscutible que el terrorismo de Estado en Colombia se mantiene y se reproduce por la alianza estrecha con los Estados Unidos, como está ampliamente documentado, y como se acaba de refrendar por las revelaciones del periódico The Washington Post a finales del año anterior. La esencia de estas revelaciones radica en que se reconoce en forma abierta que Estados Unidos no sólo arma, asesora, financia y entrena a las tropas oficiales del Estado colombiano, sino que participa directamente en el asesinato de miembros de la insurgencia, como sucedió con los bombardeos homicidas contra guerrilleros inermes y dormidos en Ecuador y a lo largo y ancho de Colombia. Se esperaría que en una entrevista que se efectúa con uno de los responsables de esa colaboración, que ejerce ahora como Presidente de Colombia, el reportero-Director del Diario El País, ahondaría críticamente en ese asunto, para que se buscara desentrañar a los responsables de las acciones criminales que ejerce el terrorismo de Estado de Colombia y los Estados Unidos.

Esto es como pedirle peras al olmo, porque como bien lo documenta con rigor y paciencia en forma cotidiana Salvador López Arnal, el diario El País que se publica en España es un vulgar defensor de la dominación imperialista de los Estados Unidos, enemigo acérrimo y declarado de todos aquellos gobiernos y presidentes que considera enemigos del mundo capitalista –entre los que sobresalen los gobiernos de Cuba, Venezuela, Ecuador y Bolivia-, y acérrimo difusor de los “milagros” que preservan el “libre mercado” y la “democracia” a la usanza de los Estados Unidos. Tal es el caso, precisamente, de la política editorial de El País con respecto a los regímenes de Álvaro Uribe Vélez y Juan Manuel Santos, caracterizados por la sistemática violación de los derechos humanos, y su postración ante el imperialismo contemporáneo, los cuales son presentados como “milagros” económicos y modelos de democracia.

Eso se evidencia en la entrevista realizada por Javier Moreno, director de El País, a Juan Manuel Santos y publicada el 18 de enero de 2014i. Al mirar con algún detalle esta lamentable entrevista, en realidad una vitrina de propaganda reeleccionista de Santos, no dejan de sorprender la cantidad de estupideces que allí se dicen, entre las que, a manera de ejemplo, pueden enumerarse dos o tres:

•“Santos, seguramente el presidente más anglosajón del país más anglosajón de América Latina —con sus casitas de imitación estilo Tudor pespunteando ciertos barrios de Bogotá— […]”. ¿Será que el Director de El País ha caminado alguna vez por las barriadas pobres y abandonadas de Bogotá –que son el 70 por ciento de la ciudad- y allí ha descubierto las casas estilo Tudor, en donde millones de pobres toman el té, puntualmente al estilo inglés?

•El periodista (sic), en verdad un adulador barato, sostiene que Santos es un aficionado a las “biografías de Lincoln, Roosevelt y Churchill” y por ello “le preguntaré cuánto de la vida y obra de estos santos laicos anglosajones de su estudio y de su admiración por ellos le han servido de inspiración para imaginar lo que podía hacer él, y lo que podía conseguir Colombia”. A lo que Santos responde: “—Muchísimo, muchísimo. Yo muchas veces releo apartes que han servido para mí de verdadera inspiración. Y digo: si estas personas lo lograron, por qué no lo puede lograr uno. Es una fuente de inspiración permanente y yo mismo me retroalimento de esa inspiración”. Y el periodista adulador pregunta: “—¿Conoce usted a muchos gobernantes que hagan lo mismo? Porque yo no”. Y Santos responde con esa arrogancia tan característica de los súbditos coloniales: “—Yo tampoco”. Al final de la entrevista cita esta “modesta” afirmación de Santos: “—Me copié de Lincoln. Yo me inspiré en Lincoln y cuando gané las elecciones a mis rivales, los invité y les dije: aquí podemos gobernar juntos porque yo puedo incorporar en mi programa de Gobierno lo que usted estaba proponiendo en esto, en esto y en esto”. ¡Pobre Abraham Lincoln, que sea comparado con uno de los responsables de los crímenes de Estado conocidos como los “falsos positivos”, sobre lo que, por supuesto, nada pregunta el periodista!

• Una mención especial requieren estas declaraciones de Santos, que desde luego el periodista no cuestiona (¿las entendió?): —[…] estamos de acuerdo con un principio: Colombia sin coca. Imagínese usted lo que eso significa. El primer productor de cocaína del mundo durante tantos años que de la noche a la mañana pueda comenzar a desaparecer esa fuente de todo tipo de mal, porque es una fuente de financiación y es un veneno que ha hecho mucho daño, sobre todo a Colombia, pero al mundo entero”. 

Es difícil leer tantas insensateces en tan corto espacio, porque una cosa es la coca y otra la cocaína, y cuando se habla de Colombia sin coca, ¿eso quiere decir que se va a matar a todos los campesinos e indígenas que siembran la milenaria hoja de coca?, lo cual es un anuncio terrible que continúa con la política antidrogas, criminal y ecocida, impulsada por los Estados Unidos. No es raro que se esté hablando en estos días de la reanudación de la fumigación con glifosato en las zonas coqueras del país. Decir que Colombia puede ser un país sin cocaína es una quimera sin fundamento, algo similar a pensar que Brasil puede vivir sin el fútbol o sin la samba, o México sin la tortilla y los frijoles, o Francia sin el vino, o Estados Unidos sin las armas, o el Vaticano sin los curas pedófilos… Como si el problema fuera la producción y venta de cocaína, y no que es un negocio ilegal y eso es lo que lo torna violento, lo cual, por cierto, ha enriquecido a diversas fracciones del capital, empezando por el sector financiero. Suponer, además, que la cocaína y el narcotráfico puedan desaparecer como negocio sin que Estados Unidos modifique su nefasta política al respecto es una mentira, y Santos lo sabe, pero no dice nada al respecto, ni el periodista tampoco indaga por el asunto.

Colocamos estos ejemplos simplemente porque indican el grado de “profundidad” de las preguntas y de las respuestas de esta pieza maestra –por su pobreza analítica y su superficialidad- de lo que es el periodismo en la actualidad. Pero no es este el punto que queremos resaltar en esta nota, ni referirnos a todo lo que se dice en esa entrevista-publicidad, sino al cinismo que sale a relucir con referencia al terrorismo de Estado, de los Estados Unidos y de Colombia, que el periodista-director banaliza y presenta como algo normal, que debe ser aceptado.

En concreto, en el apartado relativo a la “La ayuda (sic) secreta de los EE UU” el periodista-director de El País –que en esta ocasión oficia como vocero del terrorismo de Estado– señala: “A veces hay que saber hacer la guerra para lograr la paz”, ha repetido públicamente en muchas ocasiones Santos (también lo hace en esta entrevista), sin que quizá muchos sospecharan hasta qué punto la afirmación escondía un mensaje más allá de lo evidente: como ministro de Defensa de Uribe, Santos dirigió una guerra feroz contra la guerrilla, política que prosiguió luego como presidente. Tampoco nadie ha dudado nunca, ni por un momento, de que la ayuda de Estados Unidos en los últimos años ha resultado crucial para acorralar a la guerrilla hasta el punto de forzarla a aceptar una negociación como la que actualmente se está desarrollando en Cuba”. ¿Acaso no se nos había dicho durante una década, para negar la participación directa de Estados Unidos en la guerra interna de Colombia, que las Fuerzas Armadas habían actuado por sus propios medios y sin ayuda de otros países? Eso no parece inquietar a nuestro desabrido periodista. ¡Gajes del oficio de plumífero a sueldo!

Aparte de que es un lugar común decir que los golpes militares son los que han obligado a la insurgencia a dialogar, algo que necesitaría ser demostrado y precisaría de cierto conocimiento sobre el estado de la guerra como se desenvuelve en realidad en el terreno en Colombia, lo que habría que preguntarse es más bien porque un ejército tan gigantesco (de medio millón de soldados), uno de los que más ha aumentado su tamaño en el mundo en los últimos diez años y con todo el presupuesto y la maquinara bélica y tecnológica a su servicio, no ha sido capaz de derrotar a los grupos insurgentes, de los que se dice en forma despectiva por los voceros oficiosos del régimen, que sus integrantes son menos de diez mil.

Sin embargo, el punto central que nos llevó a escribir este comentario se encuentra en las apreciaciones que hace el “periodista” y que muestra el cinismo y la banalización del terrorismo de Estado a que ha llegado El País de España, cuando dice textualmente: “A partir de 2006, el programa secreto suministró a las Fuerzas Armadas colombianas un pequeño artefacto que, instalado en una bomba de gravedad, convencional y de escasa precisión, permite a ésta dirigirse con asombrosa exactitud hacia el objetivo previamente localizado con la tecnología de la NSA. El programa está clasificado como secreto y sigue vigente, según reveló en una extensa información The Washington Post. Una de esas bombas acabó con la vida de Raúl Reyes, un alto jefe de las FARC, mientras dormía en un campamento en Ecuador. Otros líderes guerrilleros también fueron eliminados (sic) de la misma forma”. Nótese el lenguaje empleado, los insurgentes son “eliminados” (un eufemismo de asesinados), porque no serían seres humanos, un lenguaje propio del decálogo del terrorismo de Estado: deshumanizar al adversario, para justificar su muerte.

Lo interesante radica en que este es un comentario que hace el periodista para los lectores del pasquín que circula en España, pero no hay ninguna pregunta a Santos, sobre la ilegalidad, ilegitimidad y sobre todo, los asesinatos cometidos. En lugar de eso, el periodista continúa: “Para camuflar ante la guerrilla y los observadores militares el uso de esa potente y eficaz arma, el Ejército colombiano bombardeaba campos guerrilleros de forma simultánea con otros aviones, que a su vez arrojaban centenares de bombas para esconder que una sola de ellas, dotada con esta tecnología de precisión, se dirigía en medio del fragor directamente hacia la cabeza del líder elegido”. 

No sorprende el tono, aprobatorio y casi eufórico, que emplea el periodista, porque eso forma parte ya del sentido común de los cultores del terrorismo de Estado, aprobar y avalar la muerte del adversario, como si eso fuera perfectamente válido y normal. Por eso nada se indaga ni se pregunta al respecto. Simplemente se señala, de la propia cosecha del periodista-apologista de la guerra: “Santos, que según el periódico estadounidense fue clave en el desarrollo de este programa y en su uso contra la guerrilla, declinó comentar detalles con la periodista del Post que publicó la noticia. Tras conocer los pormenores de la historia publicada, no me cabe duda alguna de que más de uno, dentro y fuera de las fuerzas armadas, se habrá hecho la inevitable pregunta: ¿por qué no seguir bombardeándolos hasta acabar con los principales dirigentes?”. Esta es en realidad una seudo-pregunta, ya que es una opinión del periodista, en verdad una vulgar apología del crimen.

Lo significativo, en lo que no ahonda el periodista, es la lacónica respuesta que da Juan Manuel Santos: “—Porque han aprendido a defenderse, por supuesto. Ya no es tan fácil”. Y ante esta respuesta que ameritaría haber indagado otras cosas, como por ejemplo, la fragilidad del discursos de los voceros militares del Estado colombiano quienes asegura que la guerrilla está a punto de ser derrotada militarmente, si el mismo Santos reconoce que han cambiado sus tácticas ante el nuevo escenario de guerra de exterminio.
Y a renglón seguido, el periodista que oficia ahora como consejero militar (¿ya no bastan ni alcanzan los más de mil consejeros de los Estados Unidos?), señala: “—Pero esa tecnología sigue siendo muy potente. ¿Son los guerrilleros conscientes de que si no aceptan un acuerdo de paz se enfrentan a una liquidación segura, no en los próximos 50 años, como usted ha dicho alguna vez, si no mucho antes? No parece que 50 años sea el plazo que de verdad usted cree que necesita para derrotar a la guerrilla…”. 

El “brillante” periodista, ahora convertido en estratega y consejero de guerra en Colombia, vaticina, predice –peor aún amenaza– que les sucederá a los guerrilleros si no aceptan las condiciones de muerte que les ofrece el Estado colombiano, como si el futuro estuviera escrito de antemano –según el guion indiscutible y certero de El País- y hace una alabanzas sin mesuras sobre la contundencia de la tecnología aplicada para asesinar y masacrar, como si ese fuera el único aspecto a tener en cuenta cuando se libra una guerra, y máxime si esa guerra es irregular, como la que se desenvuelve en Colombia. Esas mismas amenazas son las que realizan Juan Manuel Santos, Álvaro Uribe Vélez y todos los cruzados de la guerra, que anuncian la llegada del Armagedón de los bombardeos “inteligentes” en las selvas y campos de Colombia para matar a diestra y siniestra a todo el que se oponga al capitalismo colombiano y para obligar a claudicar a la insurgencia, algo que en realidad no han podido hacer, a pesar de contar con un impresionante aparato de guerra interno y externo (suministrado por Estados Unidos y la Unión Europea) y con las manos libres que les proporciona la impunidad con la que cuentan.

Enseguida se le concede la palabra a Santos, quien señala, con la arrogancia de aquellos que en Colombia miden su capacidad de gobernar de acuerdo a los muertos y dolor que producen: “–[…] la guerrilla no estaría en la mesa de negociaciones si creyera que por la vía de las armas puede ganar. Eso es evidente, que ya se dieron cuenta que por esa vía no van a lograr sus objetivos; y esa realidad ha sido ayudada por los golpes contundentes que hemos dado en los últimos tiempos y yo he sido responsable de eso porque…”. En ese momento, el periodista inserta lo que pretende ser una “trascendental reflexión”: “Aquí el presidente se detiene, hace una pausa y por un momento (el momento soñado por cualquier periodista), parece que se dispone a enhebrar el relato secreto de los recientes y exitosos golpes a la guerrilla. Pero no. Reflexiona durante un brevísimo instante, cambia de idea, o al menos así me lo parece, quizá me equivoco, y luego continúa:

Los golpes a la secretaría [la cúpula directiva, compuesta por siete miembros] de las FARC comenzaron cuando yo asumí el Ministerio de Defensa. Antes, en 45 años no le habíamos dado nunca a un miembro del secretariado, pero tocaba hacer eso para poder lograr lo que estamos logrando… y a veces hay que saber hacer la guerra para lograr la paz”. 
 
En este instante, un periodista de verdad y no un amanuense del terrorismo de Estado, habría podido recordarle a Santos la manera como se produjeron los asesinatos de tres miembros del Secretariado de las Farc y aprovechar la oportunidad dorada para hablar sobre ese tema: Raúl Reyes masacrado en Ecuador, junto con otras 25 personas, mientras dormía, y con bombas de los Estados Unidos, lanzadas desde aviones de los Estados Unidos y por pilotos de ese país. Iván Ríos, asesinado por uno de sus subalternos, quien le pegó un tiro en la frente y luego le cortó una mano que presentó como trofeo de guerra, para cobrar la recompensa ofrecida por el Estado colombiano, y el Ministerio de Defensa (sic), dirigido por Juan Manuel Santos, quien felicitó al asesino en público, aplaudió ese hecho criminal y se comprometió a entregarle una recompensa de varios miles de millones de pesos, que entre paréntesis después nunca le dieron. Sobre este hecho en los cables de Wikileaks de los Estados Unidos se dice que “el ministro de Defensa, Juan Manuel Santos decidió pagarle a Rojas $2.700 millones por decir el sitio dónde estaba el cadáver , por haber entregado el computador de Ríos, memorias USB y otra información […] El ministro dijo que el gobierno había tenido que pagar la recompensa, porque de lo contrario se hubiera corrido el riesgo de generar desconfianza a otros posibles desertores”. Según esos cables, los comandantes de las Fuerzas Armadas indicaron: “Tenemos que pegarnos a nuestro compromiso de recompensar a quienes colaboran en la captura y dada de bajas de las cabezas de grupos armados”ii. Y Jorge Briceño, el Mono Jojoy, fue literalmente sepultado por un alud de bombas, muchas de las cuales usaron fósforo blanco, lanzadas por unos sesenta aviones y helicópteros, con participación directa de asesores de los Estados Unidos, mediante una acción cobarde.

De hechos tan arteros y tan poco honorables se enorgullecen Juan Manuel Santos y el periodista Javier Moreno, porque este último no pregunta nada sobre tan “humanitarios métodos de guerra”, que muestran el grado de civilidad del personaje que dice admirar a Abraham Lincoln. Más adelante, vienen unas cuantas perlas que rematan esta espantosa entrevista, cuando el periodista dice: “—Todo ello no hubiera sido posible sin esa ayuda decisiva de Estados Unidos”, y Santos, sin ningún pudor agrega: “—No solamente la ayuda específica de Estados Unidos con esa tecnología. Nosotros hemos recibido ayuda de muchos países en muchos frentes, ayuda que apreciamos, ayuda que ha sido sumamente útil y hoy podemos decir que tenemos las mejores Fuerzas Armadas en nuestra historia, no solamente en sus capacidades humanas sino en equipos, con tecnología”. Por supuesto, unas Fuerzas Armadas, compuestas por medio millón de miembros, que se devoran un alto porcentaje del presupuesto nacional, asesorados, armados, dirigidos y financiados por los Estados Unidos. ¡Qué Fuerzas Armadas tan patrióticas y tan respetuosas de los derechos humanos y de la vida!

Y para cerrar las “brillantes ocurrencias” del genial periodista, que ahora nos resultó experto en conflictos y guerras internacionales, éste anota con la crasa ignorancia que caracteriza a los “comunicadores” de nuestros días. “—Colombia habrá sido pues uno de los pocos ejemplos en el mundo en el que los esfuerzos de Estados Unidos han resultado un éxito”. A lo que Santos sólo tiene que añadir: “—Sin duda. La iniciativa bipartidista de política exterior de Estados Unidos más exitosa de los últimos 50 años sin duda alguna ha sido el Plan Colombia. Y si logramos la paz, entonces es cerrar con broche de oro”.

Como puede verse, Javier Moreno, Director de El País, presenta a Colombia como un modelo del éxito de las políticas contrainsurgentes de los Estados Unidos, éxito que se muestra, agregamos nosotros, con los miles de asesinados, torturados, desaparecidos, exiliados como resultado de la participación directa del imperialismo del norte y de sus súbditos europeos en los asuntos internos de Colombia, para mantener la riqueza y el dominio de una minoritarias clases dominantes, a través de su Estado terrorista, y apoderarse de las riquezas que se encuentran en este país. Claro, y este es el éxito que busca el capitalismo del desastre, como dice Naomi Klein, y que suele disfrazarse con retórica barata de “mercados libres” y “democracias abiertas”.

En últimas, todo esto muestra el grado hasta el cual ha llegado la banalización del terrorismo de Estado por parte de la “prensa libre”, como sucede con el que se practica desde hace décadas en Colombia, y que es considerado, de manera implícita, como un recursos necesario para mantener las formas de dominación oligárquicas que tanto le sirven a los poderes imperialistas. Sin la banalización del terrorismo que efectúan periódicos como el diario global-imperial, que han llevado a trivializar la muerte de todos aquellos que enfrentan al capitalismo, difícilmente personajes de un pasado y presente tan tenebroso podría ser presentados como estadistas y demócratas. No hay de que sorprenderse, porque criminales confesos, como los Talibanes en la década de 1980 o los dirigentes de Kosovo –que traficaban con órganos y con cuerpos humanos– fueron catalogados como “combatientes por la libertad” por parte de los Estados Unidos y su “prensa libre”, de la cual El País es una de sus principales sucursales en castellano.

NOTAS
i . Disponible en http://internacional.elpais.com/internacional/2014/01/18/actualidad/1390080275_427674.html . Las cursivas son nuestras.
ii . Ver: El Gobierno de EE.UU. pagaba hasta US$5 millones por 'Iván Ríos' pero no le pidieron el dinero El 'conejo' de EE.UU. a 'Rojas' por matar a 'Iván Ríos', disponible en http://www.elespectador.com/noticias/wikileaks/articulo-268056-el-conejo-de-eeuu-rojas-matar-ivan-rios

Renán Vega Cantor es historiador. Profesor titular de la Universidad Pedagógica Nacional, de Bogotá, Colombia. Autor y compilador de los libros Marx y el siglo XXI (2 volúmenes), Editorial Pensamiento Crítico, Bogotá, 1998-1999; Gente muy Rebelde, (4 volúmenes), Editorial Pensamiento Crítico, Bogotá, 2002; Neoliberalismo: mito y realidad; El Caos Planetario, Ediciones Herramienta, 1999; entre otros. Premio Libertador, Venezuela, 2008. Su último libro publicado es Capitalismo y Despojo.

viernes, enero 31, 2014

DSN y DCBI: Orígenes del Terrorismo de Estado y del Plan Colombia


El Pentágono

El ejercicio del Poder de las clases dominantes en Colombia -alianza de la gran burguesía con grandes terratenientes- ha tenido una característica violenta, al punto que algunos investigadores consideran que la violencia ha sido un elemento consustancial al modelo de acumulación capitalista en el período denominado de la Post-guerra (2a. Guerra Mundial) y un acelerador económico con la expoliación de amplios sectores del campesinado y el arrasamiento del movimiento obrero y popular.

En la base de esta política está la alianza y aceptación cipaya de los dictados de los gobiernos de los Estados Unidos. La oligarquía colombiana, ya desde la consolidación de la República posterior al triunfo de la guerra independentista liderada por el Libertador Simón Bolívar, se convierte en aliada incondicional de los Estados Unidos. Es la alianza del débil con el fuerte, con
la consiguiente dependencia del primero al segundo.

Tal ‘alianza’ es vista por Noam Chomsky en la entrevista de Heinz Dietereich, titulada “Clinton inundó Colombia con armas”, en donde señala: “Colombia tiene una terrible historia de violencia, que ha durado más de un siglo. En los años 60, esa violencia tomó un nuevo rumbo debido a una fuerte intervención del gobierno de John F. Kennedy, con misiones de las fuerzas especiales estadounidenses que asesoraron a las fuerzas armadas colombianas.

"Eso fue parte del proyecto general de Kennedy de convertir a los ejércitos de América Latina en fuerzas de seguridad que controlaran a su propia población mediante la violencia. Se trataba del cambio de la estrategia de la defensa hemisférica (reminiscencia de la Segunda Guerra Mundial) de las fuerzas armadas latinoamericanas, hacia la seguridad interna, es decir, hacia la guerra
contra su propia población.

"En Colombia, la misión de las fuerzas especiales estadounidenses instruyó específicamente a las fuerzas militares colombianas a formar grupos de paramilitares, para llevar a cabo lo que llaman el "terror paramilitar" contra 'conocidos opositores comunistas (known communist proponents)'.

"Opositores comunistas es un término muy amplio que puede incluir campesinos organizados, líderes sindical es, activistas de los derechos humanos, intelectuales independientes, candidatos políticos, cualquier cosa; y esta política de organización del terror paramilitar, que incluía el entrenamiento respectivo, llevó a una nueva fase de violencia organizada del Estado: en parte a través de los militares y, en parte, a través de los paramilitares, y esto ha continuado desde
aquella fecha”. (1).

La Doctrina de Seguridad Nacional

La violencia como paradigma para enfrentar los problemas de los países del ‘patio trasero’ de los Estados Unidos está referenciada en los manuales del ejército de los Estados Unidos y nos permiten entender por qué nos han sumido en esta ‘noche oscura’. La llamada Misión Yarbourough del ejército estadounidense (febrero/62) dejó directrices secretas, las cuales fueron adoptadas por el Estado Colombiano adelantando “una estrategia contrainsurgente paramilitar, ya desde antes de que surgieran las guerrillas de este ciclo (1964-65)” (2).

En 6 manuales (1962, 1963, 1969, 1979, 1982 , 19887) está definida esta estrategia:

“l. Lectura que se hace del “enemigo” como gestor de una alternativa de nacionalidad:

· El Manual de 1962 llama al enemigo “fuerza irregular”, identificándolo como
“manifestación externa de un movimiento de resistencia contra el gobierno local por parte de un grupo de la población” (pg.5). Además afirma que “El campo de batalla en la actualidad ya no tiene límites, puede incluir naciones enteras” (pg.34).

· El Manual de 1963 afirma que “El límite entre amigos y enemigos está en el seno mismo de la nación (...) se trata  a menudo de una frontera ideológica inmaterial”(pg.32) y señalaba también que “El habitante, dentro de este campo de batalla, se encuentra en el centro del conflicto (...) es el elemento más estable. Quiéranlo o no, los dos campos están obligados a hacerlo partícipe en el combate; en cierta forma se ha convertido en un combatiente ” (pg. 34), afirmando más adelante que “Es entre los habitantes que se desarrollarán las operaciones de guerra; las actividades de la población se verán limitadas en todos los campos de acción ” (pg. 51). 

· El Manual de 1969 afirma que la guerra revolucionaria en Colombia “pretende destruir el sistema que se ha dado nuestra nación” (pg. 194) y explica su surgimiento por “las desatenciones de los organismos oficiales para solucionar los diferentes problemas y necesidades de la población (que) se convierten en un ingrediente de inconformidad que es aprovechada por los grupos subversivos” (pg. 159). Por eso define las operaciones de contrainsurgencia como “acciones militares, políticas, sociales, económicas y sicológicas tomadas por un gobierno local para modificar y eliminar las causas de la insurgencia” (pg. 185).

· El Manual de 1987 ubica el “conflicto subversivo en Colombia” como “consecuencia de conflictos políticos y socio-económicos (que) ha provocado el choque entre las fuerzas del orden y grupos subversivos organizados, dirigidos por elementos colombianos, con apoyo de países y movimientos extranjeros, en amplias zonas del territorio nacional, con el objetivo único de tomar el poder y con participación activa de grupos campesinos, obreros y estudiantes” (pg. 10) Por eso plantea que la acción preventiva “debe ser integral, abarcando toda la gama de causas que produzcan el levantamiento; debe buscar el apoyo popular y conducirse dentro del más marcado nacionalismo” (pg. 29) (2).

Javier Giraldo M, nos dice en su investigación ‘Cronología de hechos reveladores del paramilitarismo como política de Estado: “En septiembre de 1962 el Comando del Ejército edita la traducción del Manual FM-31-15 del Ejército Americano, titulado: "Operaciones contra las Fuerzas Irregulares". Allí se afirma: 

"[a] Para disminuir el requerimiento de unidades militares, se ha visto que es de gran ayuda el empleo de policía civil, de unidades semi-militares y de individuos de la localidad que sean simpatizantes de la causa amiga. El empleo y control de tales fuerzas está sujeto a acuerdos nacionales y locales y a la apropiada investigación de ellas para llenar los requisitos de seguridad. Se hace una evaluación cuidadosa de sus capacidades y limitaciones para que presten completa efectividad.

[b]Cuando la política y la situación lo permiten, los individuos de la localidad de ambos sexos que han tenido experiencia o entrenamiento como soldados, policías o guerrilleros, deben ser organizados dentro de la policía auxiliar y dentro de las unidades de voluntarios de cada ciudad. Aquellos que no poseen tal experiencia pueden emplearse individualmente como trabajadores, informantes, agentes de propaganda, guardias, guías, rastreadores, intérpretes y traductores.

[c] Las fuerzas civiles usualmente necesitarán ayuda y apoyo de las fuerzas militares. La asistencia es normalmente necesaria en una capacidad de consejo para la organización, el entrenamiento y el planeamiento de las operaciones. El apoyo es normalmente necesario en el abastecimiento de armas, munición, alimentos, transporte y equipo de comunicaciones (...)

[g] Las unidades amigas de guerrilleros que han operado en la misma área de las unidades hostiles de guerrilleros, por lo general tienen voluntad para ayudar en el esfuerzo de contraguerrillas. Tales unidades pueden emplearse con efectividad en misiones de hostigamiento de las patrullas de combate. Además los miembros de las unidades amigas de guerrilleros pueden servir como rastreadoras, guías, intérpretes, traductores y agentes de espionaje y pueden manejar los puestos de observación y las estaciones de prevención. Cuando las unidades amigas de guerrilleros se emplean, pueden apoyarse logísticamente y deben subordinarse al Comandante de la Fuerza Militar quien mantiene el control y la comunicación suministrando una cuadrilla de enlace para que permanezca con ellas y controlando el apoyo suministrado. Los destacamentos operacionales de las fuerzas especiales son ideales para este propósito". (No.31, pg. 75 a 77). La nota introductoria del Comando del Ejército afirma que dicho Manual es "para la preparación e instrucción de los miembros de la Fuerza" y para que esta obra "sea estudiada y aplicada en lo que dice en relación a la táctica y la técnica de las armas empleadas y adaptando los principios a nuestra organización". (3).

De esta caracterización es muy fácil a la generalización y adopción de la visión de que la población civil, el campesino, el estudiante, las ‘masas’, son combatientes y participan –‘quiéranlo o no’- en el conflicto y de allí nace precisamente la imposición del militarismo (la ‘noche oscura’) a la sociedad colombiana.

La "noche oscura" fue iniciada por la Oligarquía liberal y conservadora antes del asesinato de Jorge Eliécer Gaitán, y alcanza su punto de máxima efervescencia después de éste, con saldo de más de 300.000 muertes y un millón de desplazados forzados internos, período que los historiadores llaman La Violencia, el cual culmina con la conformación del Frente Nacional, incorporando una estructura excluyente aún más (si cabe la acepción) que reprodujo el mismo modelo de ejercicio del Poder en lo económico, en lo político, en lo social y: "(...) forjaron además la estructura de una cultura política intolerante y sectaria que fue estimulada y desarrollada posteriormente por quienes el influjo de la guerra fría contrabandearon desde norteamérica la concepción de la seguridad nacional" (4).

Esta "violencia de las estructuras" (violencia entendida como existencia de estructuras económicas, culturales, sociales, jurídicas y políticas, que causan opresión del ser humano impidiendo su liberación y total realización), que toma la forma de violencia armada bipartidista, fue periodizada por historiadores como “La Violencia” o la Gran Violencia:

a. 1946-1949: Violencia predominantemente urbana, prolongación de la crisis política partidista entre liberales y conservadores.

b. 1949-1953: Extensión de la violencia a regiones rurales, especie de "guerra civil" entre guerrillas liberales y el aparato represivo conservador. Insinúa lucha de clases.

c. 1953-1957: Actores que se escinden -al resolverse las rivalidades partidistas por el Frente Nacional- entre el bandolerismo y vandalismo, por un lado, y una cierta lucha social, por el otro.

d. 1957-1964: La violencia disminuye en intensidad, pero se incuban formas específicas de lucha social y proyectos políticos de clase, ejemplo: autodefensas campesinas de Marquetalia, Río Chiquito, El Pato, Guayabero.

La oligarquía y los terratenientes colombianos imbuídos de una particular interpretación de ver el mundo dividido entre capitalismo-comunismo, oriente- occidente, cristiandad-ateísmo; aplican las concepciones de la Doctrina de Seguridad Nacional con todo rigor, identificando un "enemigo interno" contra quien es necesario desarrollar la guerra total. Para tal fin cuentan con unas Fuerzas Militares y agencias de seguridad del Estado, que asimilando como buen alumno la doctrina extranjera, la hacen suya y la desarrollan y ubican toda protesta, toda organización popular, todo partido o movimiento político adversario del gobierno, a un enemigo al que hay que aplastar.

Es de señalar que la DSN nace posterior a la Segunda Guerra Mundial y fue la sistematización de teorías y experiencias relacionadas con la geopolítica y la ‘guerra’ se asumió como la integración de las distintas esferas de la acción militar, económica, sicológica e ideológica; así surge el concepto geopolítico de “guerra total” que ya había sido considerado por Hitler. (5).

Sobre el origen de la DSN nos dice Velásquez Rivera: “El origen de la DSN está en la geopolítica que irrumpe en la fase imperialista del capitalismo en expansión, que se basa en las categorías positivistas del “espacio vital” y en una explicación organicista de la sociedad. (…) La Doctrina de la Seguridad Nacional se asentó en dos postulados básicos: la bipolaridad y la guerra generalizada. Tal bipolaridad se entendió como la división del mundo en dos grandes fuerzas opuestas: la del bien y la del mal. Su credo consistió en afirmar la existencia de una guerra permanente entre el occidente cristiano y el oriente comunista. (…) La DSN fundamentó su filosofía en que todo individuo era un amigo o un enemigo.” (5).

En aplicación de dicha doctrina, siguiendo los lineamientos del Plan LASO (Latin American Security Operation), el Presidente Guillermo León Valencia ordena el ataque con más de 16.000 soldados apoyados por la aviación, de la zona de Marquetalia (Tolima), habitada por 48 campesinos que se vieron obligados nuevamente a empuñar las armas para defender sus vidas y sus familias. Arranca así una segunda periodización de la violencia, la cual continúa hasta nuestros días.

Doctrina del Conflicto de Baja Intensidad

La derrota que infringió el heroico pueblo Vietnamita a los EE.UU., hizo considerar y analizar la Doctrina de Seguridad Nacional, produciéndose su actualización en los Documentos Santa Fé I y II, III y IV, y en la Doctrina del Conflicto de Baja Intensidad, llamada también “Guerras Pequeñas o Menores” y “Violencia de Baja Intensidad”, “Contingencias Limitadas” o “Conflictos Regionales”.

Ello está claro al leer a Isabel Jaramillo: “Si algo se aprendió en Vietnam y de los movimientos de liberación nacional, es el valor del "fiming", la persistencia, el fin del cortoplascismo y la necesidad de la guerra en todos los frentes, y la unidad política. EE.UU. ya no podía enfrentar a un mundo subdesarrollado "amenazante" sin perfeccionar su estrategia de dominación en la medida en que necesite del control imperial". (6)

Concepción que es ampliada al decir: "La concepción estratégica del "conflicto de baja intensidad" se origina -desde el punto de vista de los estrategas norteamericanos- en un problema fundamental: el cambio social y/o la revolución en el mundo subdesarrollado que erosiona y amenaza los intereses nacionales de EE.UU. Es necesario enfrentar la dinámica del cambio social y de la revolución de una forma más efectiva y evitar nuevas explosiones sociales y en este contexto, la guerra no debe aparecer como tal (...)" (7).

El Estado Mayor Conjunto de los Estados Unidos (EE.UU.) define el Conflicto de Baja Intensidad (C.B.I.) como: "Una lucha político-militar limitada para lograr objetivos políticos, sociales, económicos o psicológicos. Frecuentemente es prolongado y va desde presiones diplomáticas, económicas y psicológicas hasta terrorismo e insurgencia. El conflicto de baja intensidad generalmente está confinado a un área geográfica y frecuentemente se caracteriza por limitaciones en el armamento, tácticas y nivel de violencia." (8).

Este modelo está claramente diseñado para países como Colombia. Veamos que plantean en su MODELO "SEGURIDAD Y DEMOCRACIA" para una Democracia que se quiere proteger, afectada por un movimiento revolucionario que se quiere eliminar. Citamos textualmente de Isabel Jaramillo:

1. "GOBIERNO DEMOCRATICO: Legitimarlo por medio de elecciones, si era dictatorial y si ya cumplió con su papel. Permitir el funcionamiento y continuidad de democracia (restringida) con gran hincapié en la mecánica electoral.

2. Medidas reformistas que implican el manejo de los movimientos sociales y de las masas. Trabajo ideológico, aplicación de operaciones psicológicas, acción cívica, "construcción de la nación".

3. Vinculación cada vez más estrecha entre el capital nacional y transnacional y aplicación de modelos económicos impuestos por EE.UU.

4. Aparato militar represivo y contrainsurgente fortalecido. Se reestructuran en pequeñas unidades móviles de rápido despliegue con asesoría y asistencia de EE.UU. Se incrementan las operaciones CIA. De acuerdo con el concepto de "simetría", se aplica éste en función de la insurrección (real o posible), de la "defensa interna".

5. Aprovechar, estimular o crear -flexiblemente según el caso - contradicciones en el seno del gobierno y/o el movimiento revolucionario aprovechando que éstos son - en general- coaliciones de fuerzas muy heterogéneas, con diversidad de posiciones políticas, ideológicas, enfoques, etc, en torno a las tácticas y estrategias a aplicar en cada momento de lucha. En este sentido la labor de inteligencia es vital y está orientada a estimular la desunión y la división que permite la victoria o neutralización.

6. Utilización de la diplomacia, negociaciones regionales de paz, y diálogo con la guerrilla -aunque la aceptación del diálogo por parte del gobierno significa que el movimiento revolucionario se ha ganado un espacio político -para erosionar las posiciones progresistas y/o revolucionarias "desde dentro", intentar desmovilizar a las masas y ganar tiempo (...) A esto se agregan medidas reformistas por parte del gobierno de forma de intentar restarle masa al movimiento revolucionario y/o progresista, acompañado de una fuerte propaganda para demostrar que ésta no es una alternativa política real: se trata de deslegitimarlos como opción.
7. Destrucción del movimiento revolucionario por medio del ejército que desarrollará campañas de contrainsurgencia en beneficio de la "seguridad interna". También se utiliza el narcotráfico como variable interna y externa. (...). Ejército mercenario y un frente político ("luchadores por la libertad", etc) destinado a desarticular al movimiento revolucionario, hacerlo inviable como alternativa política al mismo tiempo legitimar la opción contrarrevolucionaria. Los dos elementos anteriores estarán adornados de una profusa retórica en torno de los D.H. y actividades propagandísticas en este frente (...)" (9) (Resaltados nuestro)

La aplicación de estas Doctrinas ha sido realizada "al pie de la letra” como veremos más adelante. El derrumbamiento de la URSS y de los países de Europa del este, deja sin piso la visión de la bipolaridad del mundo y el enfrentamiento capitalismo-comunismo, lo que lleva a los EE.UU, a revisar o actualizar sus doctrinas a fin de seguir manteniendo su posición imperial. La punta de lanza a usar es el tráfico de drogas, que se convierte en el argumento central para la intervención directa y/o indirecta en los países del tercer mundo. Esto fue ya analizado por Isabel Jaramillo quien consigna: “...La campaña internacional contra el terrorismo y la droga, permite a la administración (de EE.UU.) actuar con relativa impunidad -en el marco de argumentos ético-morales-en el terreno de la política exterior. Al mismo tiempo, al vincular a movimientos progresistas y/o revolucionarios con el terrorismo y el tráfico de drogas, EE.UU puede golpear a éstos en sus propios países sin aparecer interviniendo en los asuntos internos de los mismos". (10)

En este orden de ideas, se inscriben los esfuerzos de vincular la guerrilla con el narcotráfico (recordar al narco-embajador Lewis Tambs quien acuñó la palabra narco-guerrilla, las estridencias de los generales acusando diariamente a la guerrilla de narcotráfico, etc) y la intromisión grosera de los embajadores gringos Myles Frechette, Paterson y Woods, exigiendo aprobación de leyes antinarcos, imposición de la extradición, firma de tratados antisoberanía nacional (TLC, ALCA, etc), aplicación del Plan Colombia, fumigaciones, etc.

Documentos Santa Fé

Las políticas de Estados Unidos hacia Latinoamérica han ido teniendo un desarrollo definitorio a los ojos de cualquier observador. Si en la década de los 50 fue de ‘contención’; en la década de los 60 fue de ‘contrainsurgencia ‘pura’; a partir de la década de los 80 fue de desarrollo del Conflicto de Baja Intensidad (CBI), conocida en el mundo como Doctrina Reagan, la cual contemplaba la ‘contrarrevolución mundial’.

En la creación de estas doctrinas juegan un papel fundamental un grupo de estrategas militares, ‘cristianos renacidos’, quienes conformaron el Comité de Santa Fé, los cuales elaboran Documentos que son aplicados por los gobernantes estadounidenses, y recogen las experiencias derivadas de la aplicación de la DSN. Ellos contemplan el CBI como una guerra político-militar que no distingue fronteras y no distingue entre civiles y militares, y considera además que todas las armas son válidas, incluyendo la ayuda económica y la asisitencia humanitaria. En este orden de ideas, es neesario señalar que contemplan la utilización de ‘armas biológicas’ como la introducción de microorganismos causantes del dengue hemorrágico en Cuba, o la aspersión de leismanias para provocar Leishmaniasis en los guerrilleros en Colombia, o la utilización del Hongo Fusarium sp para ‘atacar’ los cultivos de planta de coca. (5).

Desde 1981 ha producido los Documentos Santa Fé I (1981), II (1988), y IV (2004). Ya en el Documento Santa Fé II se habla del CBI como una combinación de ‘formas de lucha’ que contempla operaciones militares propiamente dichas, utilizando el terror sistemático contra las poblaciones, operaciones psicológicas, desinformación, y subversión religiosa y cultural. En este marco se desarrollan la proliferación de sectas religiosas –estudiosas de la Biblia, cada una con su particular intepretación- y la invasión de estas a los países latinoamericas –del cual no escapó Colombia-. Sectas tales como la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los últimos días, la Oración Fuerte al Espíritu Santo (comprometida en narcotráfico), la Iglesia Pentecostal Unida de Colombia, la Iglesia Trinitaria, los Testigos de Jehová, la Misión Panamericana de Colombia y la nefasta Tradición, Familia y Propiedad.

El Documento Santa Fé I menciona a Cuba, México, Brasil y Panamá como países ‘neurálgicos’ para los Estados Unidos. Ya en el Santa Fé II se incluye a Colombia y se afirma que existe una ‘doble amenaza a su seguridad’ provenientes de la insurgencia armada y la amenaza del ‘narcotráfico’. Contemplaban en dicho Documento que la década de los 90 sería crucial pata las instituciones colombianas y vislumbraban que la guerrilla ‘podría estar en condiciones de disputar el poder’.

En el Documento IV además de continuar las consideraciones anteriores, manifiesta la ‘preocupación’ de los ideólogos militares estadounidenses por la que ellos llaman creciente influencia y presencia de China en Latinoamérica y la ‘amenaza’ de los países islámicos. La DSN imbuyó a las Fuerzas Armadas de los países Latinoamericanos de ‘principios’ para el servicio a los intereses estadounidenses y no a los intereses nacionales de sus propios países. La aplicación práctica de la doctrina de Seguridad Nacional y sus desarrollos se traduce en la sistemática y persistencia violación de los D.H. por parte de las fuerzas represivas del Estado Colombiano; violaciones que han tomado un carácter dramático en las últimas décadas y ha adquirido características escandalosas desde el inicio del Plan Colombia.

(1) Chomsky N. Clinton inundó Colombia con armas.
(2) Noche y Niebla. La doctrina contrainsurgente del Estado clombiano y la población
civil. www.arlac.be/paramilitarismo/html/pdf/deuda01.pdf
(3) Giraldo M. Javier. Cronología de hechos reveladores del Paramilitarismo como
política de Estado.
(4) Alfonso Cano. Los diálogos por la paz. Ed. Anónima, 1992. p. 112.
(5) Velásquez Rivera E. Historia de la Doctrina de Seguridad Nacional.
(6) Isabel Jaramillo. El conflicto de baja intensidad. Modelo para armar. Ed. Suramérica,
Bogotá 1988. p. 58.
(7) Ibidem, p. 59.
(8) Ibidem, p. 64.
(9) Ibidem, p. 68-73.
 
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